Desde el pasado domingo 16 de Junio la nueva ley hipotecaria ya se encuentra en vigor, alterando significativamente puntos clave con el objetivo – en un principio – de dar mayor protección jurídica al consumidor, aunque los expertos aseguran que podría acabar perjudicándole.

La gran mayoría de las nuevas medidas afectan a las hipotecas de nueva concesión, aunque también se contemplas otras para los préstamos hipotecarios firmados con anterioridad a la ley. Mayor facilidad para cambiar el tipo de hipoteca (Fijo a variable) y de un banco a otro, mayores dificultades para ejecutar un embargo, limitación de los intereses de demora y de los gastos de escritura son los apéndices más conocidos e importantes para el consumidor de la nueva ley. También se tienen otras medidas menos sonadas, como el futuro hipotecado tendrá un plazo de diez días para acudir a notaria e informarse más allá del banco de las cláusulas de su crédito.

La otra cara de la moneda se encuentra en la subida de intereses y gastos de gestión que están impulsando los bancos para compensar la merma de sus beneficios de la nueva ley y que al final acabara equiparando los gastos actuales del consumidor con los que había con anterioridad. Mayor rigidez del banco para conceder una hipoteca ante la nueva dificultad para ejecutar embargos y en especial a extranjeros por la novedosa posibilidad de poder convertir su crédito de euros a su moneda nativa (Lo cual es un nuevo riesgo que deberían asumir). Todo esto puede provocar una ralentización en un mercado en alza por, de nuevo, una nueva legislación.

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