Un divorcio siempre supone multitud de quebraderos de cabeza para todas los implicados, pero cuando se tiene una vivienda en común los problemas tienden a multiplicarse. En el caso de que se tengan menores a cargo y la custodia recaiga solo sobre uno de los miembros, el inmueble se puede establecer como vivienda familiar para esa parte.  Entre varias de las consecuencias destaca el hecho de no poder vender el piso si el divorciado residente en ella no lo autoriza.

Ahora una esperada sentencia pone límites a este hecho. Una demanda particular que ha llegado hasta el tribunal supremo pone fin a algunas situaciones en las que el/la miembro/a de los divorciados que se queda en la vivienda abuse de este derecho, concretamente especifica que si se convive con una nueva pareja de forma estable el inmueble dejara de ser vivienda familiar.

Se encuadra esta sentencia en el derecho de rehacer su vida sin perjuicio al tercero. Por lo que en el caso anteriormente descrito habrá que vender la vivienda, o que una parte le compra a la otra su porcentaje correspondiente.

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